17.7.05

Rabia!

El cumpleaños de ayer de U durante el día fue genial, cerveza desde la 12 de la mañana ininterrumpidamente, mucho tute, mucha playa y muchas risas.

Por la noche finalmente decidimos ir a Benicassim porque Castellón cada día esta más muerto. Mi modelito para la ocasión fue: mi corsé de la fiesta de COU (no se iba a podrir en el armario), unos pantalones por la rodilla así medio militares (negros) con muchos bolsillos, mis botas, mis gafas de motero kawai en el cuello, mis guantes de rejilla y mi cinturon de pinchos. Me gustaba como me quedaba, sali con la sonrisa de mi casa.

En el autobus de ida, unos mocosos de mierda se dedicaron a putearme, arañándome, riéndose, pisándome. Como no podia moverme (de lo petado que iba el bus) y no queria rollos lo dejé pasar. De camino al bar donde ibamos a cenar oí cosas como "donde vas con esas gafas de bucear?" (esa cultura) o las siempre inteligentes frases "mira la satánica" "uuh, mírala, que miedo da!" entre otras. Pienso que no iba tan exagerada como para eso, pero me frustré, me entró la mala leche y acabé quitandome las gafas, los guantes y cargando con el cinturon dentro del bolso. Así me pasé prácticamente toda la noche con la cara torcida.

A la vuelta vine sola (por eso de que hoy me toco levantarme relativamente pronto) y gracias a cuatro bacalas-flamenqueros que se colaron alegramente por la puerta de atrás la salida se retrasó mucho (hasta que consiguieron sacarlos de allá ) y ellos, super indignados porque les habían echado se pusieron a insultar a todo ser humano que por allá pasaba y a pegar patadas al vehiculo con unas carcajadas que dolían a la cabeza.

+++

Odio a todo ser que se cree infinitamente superior a los demás, especialistas en tirar la poca autoestima que tienes (creo que hoy ya no me queda apenas) por el suelo en cuestión de segundos. Odio que se metan con la gente a la que no nos gusta ponernos esos modelitos horteras y supercortos de color azul cielo con flores fucsia. Odio que tengan una mente tan cerrada, que se crean unicos, que piensen que tienen inteligencia y personalidad, que este convencidos de que hablar con la g (en vez de con la s) es síbolo de modernidad y dinstincion (cuando es solamente una muestra de garrulismo y palurdez: veáse egcribí, agco). Odio que se crean graciosos y que digan sus paridas gritando, como si a todos nos importaran sus estupideces. Odio a la escoria bacala-pija del sector castellonense. Odio tener que preocuparme por ello, el miedo a ser señalada con el dedo o ser víctima de risas. Detesto no tener nunca la frase perfecta a tiempo para quedarme yo con ellos.

Ahora recuerdo porqué siempre pasaba de salir por Benicassim.

+++

The Gathering - Saturnine
perdonad la parrafada, necesitaba soltarlo -_-!

telled by Lledó Gas at  10:08 a. m.

5 scared ones:

Anonymous Anónimo screamed...

Por eso nunca me he comprado unas gafas de aviador... pa tenerlas colgadas en casa... :( no te desanimes!

9:24 a. m.  

Anonymous Anónimo screamed...

Hola,

Hace poco que vi tu blog y entro todos los dias a ver si hay algo nuevo.

No dejes de hacer las cosas que quieras o vestir como quieras sólo por 4 gente inútil que siempre está ahí para amargar a la gente. Piensa que también hay gente en el lado contrario, las personas que somos tolerantes y respetamos a los demás.

Sobre eso que decías que nunca encontrabas la frase adecuada para decirles... no hace falta. Ten en cuenta esta frase (a lo mejor ya la conoces): "no hay mayor desprecio que el no hacer aprecio".

Así que cógete tu cinturón, tus gafas, tus guantes, lo que más te guste, levanta la cabeza, tira hacia delante y no hagas caso. Ánimo.

Yo siempre salgo por Benicàssim. La última noche fui con vaqueros rotos y unas chanclas de piscina. Y también me dijeron: "uy, vas con chanclas???". Yo me reí, y le dije que claro, que si le parecía que iba descalzo. Así que les dije que llevaba unas chanclas de piscina de alcampo o de pryca, que me costaron mil pelas. Que digan lo que quieran.

PD: no dejes de escribir en el blog, aunque te parezcan parrafadas.

PD2: perdón por mi parrafada :P

2:31 p. m.  

Anonymous Anónimo screamed...

Hola,

Hace poco que vi tu blog y entro todos los dias a ver si hay algo nuevo.

No dejes de hacer las cosas que quieras o vestir como quieras sólo por 4 gente inútil que siempre está ahí para amargar a la gente. Piensa que también hay gente en el lado contrario, las personas que somos tolerantes y respetamos a los demás.

Sobre eso que decías que nunca encontrabas la frase adecuada para decirles... no hace falta. Ten en cuenta esta frase (a lo mejor ya la conoces): "no hay mayor desprecio que el no hacer aprecio".

Así que cógete tu cinturón, tus gafas, tus guantes, lo que más te guste, levanta la cabeza, tira hacia delante y no hagas caso. Ánimo.

Yo siempre salgo por Benicàssim. La última noche fui con vaqueros rotos y unas chanclas de piscina. Y también me dijeron: "uy, vas con chanclas???". Yo me reí, y le dije que claro, que si le parecía que iba descalzo. Así que les dije que llevaba unas chanclas de piscina de alcampo o de pryca, que me costaron mil pelas. Que digan lo que quieran.

PD: no dejes de escribir en el blog, aunque te parezcan parrafadas.

PD2: perdón por mi parrafada :P

2:32 p. m.  

Anonymous Anónimo screamed...

No puedo aconsejarte como reaccionar la próxima vez que te suceda algo parecido, pero puedo contarte una experiencia melodramática (en cierto sentido parecida a la tuya) que viví hace bastantes años que me hizo perder la inocencia y que contribuyó a hacer de mí ese ser encerrado en una burbuja en que me he convertido.

Actuaba en una obra de teatro que representaba mi clase, un drama "sespiriano" de capa y espada, intrigas y traiciones que transcurría en la Florencia de los Medicis. La trama era un tanto liosa ya que, por ser un colegio de curas, se había adaptado para que la interpretasen exclusivamente actores masculinos.

Así que aparte del número sin fin de viudos y solteros impenitentes, las relaciones de amor se habían transformado en amistad, las pasiones en idealismo y los celos en envidias. No se podía decir que el resultado fuera demasiado afortunado, pero todos los alumnos estaban obligados a asistir a la representación.
A mi me mataban al final del primer acto.

Allí estaba yo, en una solitaria taberna donde debía reunirme con un criado de mi amigo el conde Ricci que me conduciría a un lugar seguro. Sentado en un taburete, al pie del escenario, aguardaba con cierto aire de despreocupación la llegada del criado que acudiría, con cara de Judas, acompañando al sicario encargado de darme el trágico pasaporte previsto en la conspiración.

El tabernero, después de llevarme una jarra de vino a la mesa, había hecho un discreto mutis y todo estaba dispuesto para la trampa. Entraría el criado, me señalaría con el dedo, y el sicario se abalanzaría sobre mí, daga en ristre, sin darme tiempo a desenfundar la espada. Noté un pinchazo en el dorso de la mano.

Había bebido un vaso y comenzaba a sentir una gran inquietud pues el tiempo de espera era mayor que el transcurrido en los ensayos. Nervioso, me serví otra copa. No me atrevía a alzar la vista, pero estaba seguro de que aquel terrible silencio de la sala era un indicio casi insoportable de que los ojos de los espectadores estaban fijos en mí, único punto de atención en el escenario.

Miré hacia el lateral y vi al padre Pascual alzando los brazos en un mudo gesto de indignada desesperación. El tiempo transcurría, y desde el patio de butacas comenzaron a llegarme variados ruidos de impaciencia que no tardaron en cobrar cierto grado de rechifla al sentir otro pinchazo, esta vez en la mejilla.

La voces del padre Pascual reclamando la presencia de Felipe, que hacía el papel de sicario, alcanzaban mis oídos y acrecentaban mi nerviosismo. Por el foro lateral también divisé la trémula figura de Enrique, el criado, que manoseaba el gorro y se lo llevaba a la boca. El tiempo se alargaba interminable. Me sentía indefenso y rídiculo, viviendo aquel trance de una espera absurda.

Entre el runrun impaciente de los espectadores comenzaron a destacarse algunas voces solitarias, "¡Tabernero! ponle otra a mi cuenta", "Lerdo, espabila que se va a hacer de noche", acompañados de perdigonazos disparados con canutos de boli.

Alargando el cuerpo hacia el lateral más cercano llamé disimuladamente a Tomás, el tabernero, y le susurré aterrado:
-¿Dónde está el padre Pascual? Dile que me saque de aquí -supliqué.

La puyas se hicieron más hirientes y personales... no entendía como la gente podía ser tan cruel. Abrí los ojos después de mantenerlos cerrados durante un instante y sentí la humedad de las lágrimas. La jarra se me fue de las manos, rodó por la mesa y se estrelló contra el suelo. Escuché risas e insultos acompañados de los vanos intentos de uno de los curas por silenciar el alboroto.

En un acto de desafío paseé la mirada por entre las butacas y no encontré en ningún rostro el mínimo gesto de comprensión ante mi desamparo. Ni siquiera los que me lanzaban perdigonazos se molestaron en disimular su acción. Los odié con toda mi alma y les deseé la muerte. Y me odié porque me sabía demasiado cobarde como para enfrentarme a ellos después de la función.

Por fin apareció Felipe, de quien luego supe que se había metido en un cuartucho a fumar un cigarro con la mala suerte de que la puerta se había atrancado y había quedado encerrado. Entre patadas y pescozones, que recibía resignado, se ajustaba con dificultades la camisola y los pantalones. Enrique lloraba a lágrima viva y suplicaba por Dios que no lo obligaran a salir.

El padré Pascual los empujó y aparecieron trastabillados en el escenario entre los aplausos jocosos del público. Alguien le gritó a Felipe que se abrochara la bragueta.

Me levanté aliviado, deseando acabar de una vez, llevé la mano a la empuñadura para preparar el inutil gesto de defensa y me giré. En los ensayos el sicario se abalanzaba sobre mí sin apenas esperar las indicaciones de Enrique y me apuñalaba sin darme tiempo a desenfundar el florete, pero esa vez no ocurrió así.

Me encaré blandiendo el arma y los encontré quietos y temblorosos, con las manos vacías. ¡Al tío se le había olvidado la daga! (puedes reirte, la verdad es que fue cómico) El padre Pascual gritaba desesperado, rojo de ira, que acabaran conmigo como fuera.

Pero era imposible que reaccionaran paralizados como estaban, y tras un momento de indecisión me lancé hacia ellos dejando escapar toda la furia acumulada en un golpe que partió la hoja de plástico en el costado de Felipe (al que en ese momento culpaba de todo). Arrojé la empuñadura a los pies de Enrique y me largué de allí a la carrera, llorando de rabia.

Como has podido comprobar yo también he sufrido la impotencia, frustación y odio profundo que se siente al ser blanco de las burlas de niñatos cretinoides que se amparan en el grupo para meterse con uno por su manera de vestir, de pensar, etc. sin poder escapar y sin tener la posibilidad de defenderte de ellos. (desgraciadamente esa no ha sido la única ocasión)

Me gustaría poder hacerlos desaparecer de este mundo... no pienses mal, me refiero a poder enviarlos a vivir un planeta muy lejano (llamado Estupidistán). En fin, con el tiempo llegué a la conclusión de que los verdaderos cabrones habían sido sólo 4 ó 5, y que de haber estado entre el público quizá también me hubiera reído (sin malicia) ante lo esperpéntico de la situación.

Moraleja: el mundo está lleno de idiotas pero encerrarse en uno mismo para evitarlos no es la solución (aunque para mí ya sea demasiado tarde)

9:54 p. m.  

Blogger Cisne Negro screamed...

Sólo tres palabras: Kill Them All.

1:38 p. m.  

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