Delante de ese lugar extraño, desconocido y excéntrico para muchos, La Casa Verde, se encuentra La Gramola. Antro de corrupción por excelencia, donde los más variados vicios y gentes llegan a ritmo de ska, punk y mucho rock. Todo todo en español, vasco o catalán. Dentro de la diversidad de locales que ofrece la ciudad de Castellón (aunque menos de la deseada), La Gramola es uno de los sitios más cutres y agobiantes en los que te puedes dejar caer. Su estructura, dividida en dos pisos, aloja en el inferior un estrecho pasillo, donde se encuentra la barra, poblada de licor barato, cajas y cajas de cartones de vino glamouroso del Mercadona y botellas de Pepsi. Avanzando por éste se turce a la izquiera y se puede encontrar un espacio más ancho, la pista, de un suelo increíblemente resbaladizo, y donde se han dado lugar las caídas más espectaculares de los últimos tiempos. A pesar del ventilador de techo, el calor allá dentro es infernal, la gente es tanta que no hay forma de evitar moverse cuando suena ese himno que todos esperaban escuchar con ansia. Las voces y los gritos se entremezclan, el humo, la bebida que cae en el suelo por el movimiento. En el piso de arriba, al cual se accede a través de una estrecha escalera donde siempre hay gente sentada (a falta de sillas o taburetes), está el lavabo, uno para chicas y otro para ellos, aunque nunca importa realmente en cual de los dos te metas. Las baldosas del suelo, como no, siempre están inundadas y el baño de chicos no tiene pasador. Por suerte, las puertas se mantienen en perfecto estado. La Gramola, local de reunión para punkis un poco del palo, rockeros de la vieja escuela, algun que otro redskin, nuevos goticos y niñatos bakalas que no llego a entender muy bien que pintan alla, cierra a cosa de las 2, o a veces las 3 de la madrugada. Al final de la jornada, su mayor y mejor canción, Noelia, suena en todas las gargantas, barrachos y sobrios unen sus manos para cantar la mítica letra de Nino Bravo. Cuando esto ocurre, los que quieren más piden S.A., casi por tradición, y a veces se cumple, otras no. La claridad ciega, despues de 3 horas de luz más apagada. Buscas tu chaqueta, descubres que alguien, graciosamente, te ha mojado toda la manga de algo que huele mucho alcohol, pero cuya procedencia no puedes adivinar con certeza.

Así es La Gramola, a pesar de todo, un sitio que me ha enganchado :D
Esta noche, nos vemos en los bares!